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jueves, 2 de diciembre de 2010
El círculo vicioso de la Región de Murcia
ANTONIO CAMPILLO y PATRICIO HERNÁNDEZ
El Foro Ciudadano acaba de publicar 'El otro estado de la Región. Informe 2010', una completa radiografía que desvela la grave situación en la que se encuentra la comunidad autónoma murciana.
En los años de bonanza, las distintas comunidades españolas no tomaron las mismas opciones estratégicas. Y eso explica que ahora la crisis no afecte por igual a todas. Las que apostaron por sectores intensivos en mano de obra barata pero con poco valor añadido, hoy tienen un desempleo muy alto (el 24% en Murcia). En cambio, las comunidades del norte tienen entre el 10 y el 14%, como la media europea.
Murcia creció entre 1996 y 2007 por encima de la media española, pero en tres años ha caído muy bruscamente: desde 2007 han desaparecido el 17% de sus empresas, la tasa más alta de España; el paro ha crecido más rápidamente, hasta las 170.000 personas; la pobreza afecta al 25% (la media española es del 20%), y la pobreza infantil al 33,9%.
Para comprender esta brusca caída, hay que recordar los quince años del Gobierno Valcárcel. En connivencia con el sector financiero, la patronal y la mayoría de los ayuntamientos del PP y del PSOE, se promovió el monocultivo del ladrillo como la gran panacea y se impuso la cultura del pelotazo. Se fomentó la destrucción del patrimonio natural y cultural, el empleo precario, la inmigración sin derechos, el atraso educativo y cultural (con un 37,3% de abandono escolar temprano en 2009, seis puntos por encima de la media española), el clientelismo político, la pérdida de calidad democrática y la corrupción generalizada (23 de los 45 ayuntamientos tienen abiertas causas judiciales y algunas afectan también a cargos políticos y funcionarios regionales).
Patricio HernandezSe firmaron más de 300 convenios urbanísticos y se planificó la construcción de más de 800.000 viviendas, incluidas decenas de 'resorts' con campos de golf. A todo ello se sumó la proliferación de grandes infraestructuras que han degradado el territorio y la creación de grandes centros comerciales que han transformado los hábitos de consumo y ocio.
Entre 1995 y 2004, nuestra 'huella ecológica' (territorio necesario para satisfacer los recursos consumidos) pasó de 2,45 veces la superficie regional a 4,47. Consumimos casi cinco veces más recursos naturales de los que realmente disponemos.
Lo mismo ocurrió con el agua. En 2000, antes del boom inmobiliario, la cuenca del Segura consumía ya el 273% de sus recursos hídricos, el porcentaje más alto de todos los países mediterráneos. Esta espiral de consumo creciente justificó en su día un nuevo trasvase desde el Ebro, que finalmente no prosperó. Pero sirvió para construir el 'nacionalismo hidráulico', el discurso del agravio victimista sobre el que el PP murciano ha levantado sus crecientes mayorías absolutas. Esta creciente hegemonía del PP ha debilitado a una oposición desorientada y ha neutralizado los escasos focos de contestación social.
Además, se ha perseguido o promocionado a los funcionarios públicos en razón de su menor o mayor afinidad. El dinero público se ha utilizado para comprar voluntades y extender redes clientelares. Y ha servido también para ejercer un control casi monopolístico sobre los medios de comunicación de la Región, tanto públicos como privados. Al control partidista de los medios públicos y a la concesión sectaria de licencias de TDT, hay que añadir la creciente capacidad de condicionar a unos medios privados a los que la crisis ha hecho muy dependientes del presupuesto público y de la propaganda oficial.
Así se ha logrado imponer, como revelan las encuestas, una percepción distorsionada sobre las competencias y responsabilidades de cada nivel de la Administración. Muchos murcianos parecen no saber que las comunidades autónomas gestionan el 90% del gasto público en educación y sanidad, el 97% de vivienda (incluidos aquí los ayuntamientos), el 33% de cultura y ocio, y el 20% de seguridad y orden público.
El efecto más grave de esta situación es el deterioro de la calidad democrática del sistema político murciano, ya que los responsables regionales y locales no rinden cuentas y los ciudadanos no les exigen responsabilidades, por muy incompetentes o corruptos que sean, lo que extiende la sensación de impunidad.
Lejos de reconocer sus errores y asumir sus responsabilidades, y amparándose en la hegemonía indiscutida de la que goza, el Gobierno Valcárcel sigue reincidiendo en un modelo fracasado: sólo así se explican proyectos como el macropuerto del Gorgel, la Marina de Cope o el parque temático de la Paramount.
El éxito del PP no se debe a los logros de su gestión. Estos quince años no han reducido los principales diferenciales negativos con la media española, que en algunos aspectos incluso han aumentado. Así, el Índice de Desarrollo Humano se encontraba en 2007 entre los tres más bajos de España. Si en 1995 la renta per cápita murciana era el 82,6% de la media española, en 2009 había retrocedido al 81,3%, más de 18 puntos por debajo.
¿Cómo explicar esta aparente paradoja entre un amplísimo respaldo político y un retraso persistente en los indicadores de desarrollo humano? El Premio Nobel de Economía Amartya Sen ha demostrado que hay una relación de refuerzo mutuo entre el subdesarrollo democrático de una sociedad y su subdesarrollo económico, social y cultural. Este es el círculo vicioso en el que está atrapada la Región de Murcia.
Ha llegado la hora de romper ese círculo vicioso. Ha llegado la hora de pedir responsabilidades. Ha llegado la hora de cambiar de rumbo.
Antonio Campillo es coordinador del 'Informe 2010', y Patricio Hernández, presidente del Foro Ciudadano.
Artículo publicado en Diario La Verdad (01.12.10)
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