Lo que empezó como un experimento piloto, agitado en su inicio por los vecinos del Placetón y completado por otros tantos de la urbanización Los Jardines, se ha convertido en la conciencia oficial ciudadana. Hace un año brotó una queja en voz alta desde el centro de la génesis en el que se convirtió la plaza Doctor Fortún. A los varios meses, AVA ya era oficialmente una asociación con estatutos. Luego vino la manifestación, los escritos y las quejas a la Administración. Finalmente, han puesto en servicio un teléfono rojo muy kubrickiano que durante las 24 horas del día recoge los lamentos de aquellos ciudadanos que ejercen su derecho legal y su obligación moral de levantar la mano sin pedir perdón.

En su comunicado post-fundacional, AVA se autodefinía como “una asociación sin ánimo de lucro, de carácter independiente, laico y apolítico, abierta a todos los vecinos y colectivos del municipio”. En aquel momento no tenía más pretensiones que “la reivindicación general de los derechos ciudadanos, la defensa del interés colectivo de los aguileños, la protección del patrimonio público urbano, natural y cultural, así como la ejecución inmediata y ante cualquier instancia de las actuaciones que se consideren oportunas para paralizar o anular las actividades de cualquier índole, ya sean acometidas por particulares o por la Administración, que se considere que puedan ir en detrimento o perjuicio del estado de bienestar del pueblo aguileño”. Con la experiencia que da el paso del tiempo, se puede decir que AVA no iba de farol.

Pero detrás de una enfermedad está su antídoto. La clase política entró de lleno a manejar el trabajo de la asociación en su beneficio. La oposición estaba encantada de que un grupo de vecinos comenzara a hacer el trabajo sucio de desgaste que supone publicar una queja casi semanalmente. Al gobierno local no le hizo tanta gracia. Fue un grano que le salió en el trasero cuando más a gusto estaba en el sofá. ¿Es AVA apolítica o está respaldada por partidos políticos? Pues las dos. Que la asociación tenga el apoyo de parte del pleno no le resta independencia. A fin de cuentas, ayudar al prójimo siempre ha estado bien visto.

La manifestación
Esta polémica se desató ferozmente en la manifestación del 23 de octubre. AVA convocaba al pueblo por una ciudad sin miedo, limpia, culta y con trabajo. La reclama, a la que acudieron unas 800 personas, coincidió con la negación del PP de reconocer a la agrupación como apolítica y con el presunto robo de algunas pancartas que algunos vecinos del Placetón y socios de AVA habían colgado por esas fechas. La Oposición se tiró al cuello del gobierno ante lo que consideraban un atentado a la libertad de expresión. AVA denunció al alcalde y el Foro Ciudadano le acusó de “comportamientos antidemocráticos”. En apenas unos meses, AVA entró directamente al centro del circo político.

El día a día deja un poso más dulce. Ha ejercido de lupa ciudadana y el recuerdo de AVA es que se ha batido el cobre. Sólo en este mes, la agrupación ha generado seis noticias, lo que se convierte en la principal organización que ejerce un papel de oposición ante nuestros gobernantes. Todas las quejas han pasado por el registro del Ayuntamiento. Algunas han obtenido solución, otras simplemente una respuesta, y otas muchas ni siquiera eso. Para todas estas últimas, AVA se plantea recopilarlas y entregarlas al defensor del Pueblo en la Región de Murcia con el fin de que todas sus propuestas y quejas no caigan en saco roto.

Queda saber si la agrupación aguantará el tirón y el desgaste que supone ser el altavoz y el portavoz del pueblo ante sus políticos. Fórum Levantino entrevista en estas páginas a Alberto Giordano, presidente de AVA, con el propósito de vislumbrar si hay cuerda en el reloj de unos vecinos que hablan sin miedo y sin complejos.

Reportaje publicado en Foro Levantino el 5 de Abril de 2010